domingo, 16 de enero de 2011

11 mensajes de Benedicto XVI a los jóvenes

Benedicto XVI se ha dirigido en multitud de ocasiones a los jóvenes. No sólo en las jornadas mundiales de la juventud, sino en sus viajes pastorales por todo el mundo.

En todos estos encuentros repite una misma idea: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» (Benedicto XVI, Deus caritas est, 1).

Aquí puedes encontrar algunos textos para prepararte para la JMJ, que puedes ampliar en los enlaces correspondientes.


 
1. Vuestra misma edad es una gran riqueza

Los años que estáis viviendo son los años que preparan vuestro futuro. El ‘mañana’ depende mucho de cómo estéis viviendo el ‘hoy’ de la juventud. Mis queridos jóvenes, tenéis por delante una vida, que deseamos sea larga; pero una sola, es única: no la dejéis pasar en vano, no la desperdicies.


 


2. Dios no quita nada

La felicidad que buscáis tiene un nombre: Jesús de Nazaret. Os repito lo que dije al principio de mi pontificado: “Quien deja entrar a Cristo en la propia vida, no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera”.



3. Cristo sólo desea que seáis realmente felices
Id a su encuentro en la santa Eucaristía, id a adorarlo en las iglesias y permaneced arrodillados ante el Sagrario: Jesús os colmará de su amor y os manifestará los sentimientos de su Corazón. Si os ponéis a la escucha, experimentaréis de modo cada vez más profundo la alegría de formar parte de la Iglesia, que es la familia de sus discípulos congregados por el vínculo de la unidad y del amor.


 

 
4. Es necesario que tengáis a Jesús como uno de vuestros amigos más queridos, más aún, el primero

Es necesario que tengáis a Jesús como uno de vuestros amigos más queridos, más aún, el primero. Así veréis cómo la amistad con Él os llevará a abriros a los demás, a quienes consideráis hermanos, manteniendo con cada uno una relación de amistad sincera. En efecto, Jesucristo es precisamente “el amor de Dios encarnado”


5. Compromiso con el prójimo

"Porque aun siendo muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan", dice san Pablo (1 Co 10, 17). Con esto quiere decir: puesto que recibimos al mismo Señor y él nos acoge y nos atrae hacia sí, seamos también una sola cosa entre nosotros. Esto debe manifestarse en la vida. Debe mostrarse en la capacidad de perdón. Debe manifestarse en la sensibilidad hacia las necesidades de los demás. Debe manifestarse en la disponibilidad para compartir. Debe manifestarse en el compromiso con el prójimo, tanto con el cercano como con el externamente lejano, que, sin embargo, nos atañe siempre de cerca.


6. En la gran familia de la Iglesia nos encontramos con toda clase de personas

En el fondo, consuela que exista la cizaña en la Iglesia. Así, no obstante todos nuestros defectos, podemos esperar estar aún entre los que siguen a Jesús, que ha llamado precisamente a los pecadores. La Iglesia es como una familia humana, pero es al mismo tiempo la gran familia de Dios, mediante la cual él establece un espacio de comunión y unidad en todos los continentes, culturas y naciones.


 

 
7. “No os desaniméis”

Cristo es plenamente consciente de todo lo que puede arruinar la felicidad del hombre. Por eso, no debéis sorprenderos de que surjan contrariedades. No os desaniméis a causa de ellas. Haber construido sobre roca significa tener la certeza de que en los momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se puede confiar.



8. El amor satisface nuestras necesidades más profundas

El amor auténtico es evidentemente algo bueno. Sin él, difícilmente valdría la pena vivir. El amor satisface nuestras necesidades más profundas y, cuando amamos, somos plenamente nosotros mismos, más plenamente humanos.




 9. Dejaos sorprender por Cristo

Abrid vuestro corazón a Dios. Dejaos sorprender por Cristo. Dadle el derecho a hablaros. Presentad vuestras alegrías y vuestras penas, dejando que Él ilumine con su luz vuestra mente y toque con su gracia vuestro corazón.


10. Cristo llama a la puerta de vuestra libertad y pide que lo acojáis como amigo

El Señor sale al encuentro de cada uno de vosotros. Llama a la puerta de vuestra libertad y pide que lo acojáis como amigo. Desea haceros felices, llenaros de humanidad y de dignidad. La fe cristiana es esto: el encuentro con Cristo, Persona viva que da a la vida un nuevo horizonte y así la dirección decisiva. Y cuando el corazón de un joven se abre a sus proyectos divinos, no le cuesta demasiado reconocer y seguir su voz.


 

11. ¡Ánimo! Atreveos a tomar decisiones definitivas

En verdad, éstas son las únicas que no destruyen la libertad, sino que crean su correcta orientación, permitiendo avanzar y alcanzar algo grande en la vida. Sin duda, la vida tiene un valor sólo si tenéis el arrojo de la aventura, la confianza de que el Señor nunca os dejará solos.


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