sábado, 23 de julio de 2011

MONSEÑOR PABLO APOSTOL DE LA MISIÓN



Hace poco más de un mes, un gran apóstol del Señor visitó la casa de Cristo Rey de los Cooperadores, algo muy especial para la comunidad CPCR y para los misioneros españoles que hemos estado durante los últimos años en Argentina y en Uruguay.

A algunos se nos caían las lágrimas cuando Monseñor Pablo recordaba los inicios de los Cooperadores en su diócesis en Salto. El Padre Vallet empezó a expandir su obra de Ejercicios en Uruguay como primer destino.

Una obra de conversión, de sanación de corazones y de misión para que llegase el Evangelio de Cristo a todos los hombres.

Monseñor nos lanzó un propósito, un reto para el s.XXI una misión que Cristo le había mandado para nosotros. Proponía a los Cooperadores su asentamiento definitivo en Uruguay para poder servir en el sacerdocio y en la vida religiosa. Se reunirían con las hermanas Cooperatrices que tan fructífero apostolado han estado haciendo durante los últimos años.

Otro reto para esta Santa Congregación, que pese a ser pequeña en cuanto a número, es gigante en cuanto e Espíritu y en cuanto a Corazón. Ya estando presente en Europa (Suiza, Francia, España), en el Congo en África, parcialmente en EEUU y en Sudamérica en Argentina.

Quién sabe si el próximo destino puede ser Uruguay. Sería volver a los orígenes y rodearnos del Espíritu de Salto, 100% valletiano, 100% evangélico, 100% católico.

En fin. Esta fue la misión que Cristo nos quería transmitir a partir de su Apóstol Pablo (el uruguayo claro, pero con la misma fuerza que Saulo el de Tarso) a los CPCR, laicos y consagrados, porque ante todo el carisma CPCR es universal y formamos una gran familia en torno a Cristo, mujeres y hombres, religiosos y laicos, en fin aquellos que estamos enamorados de Cristo.

El obispo de Salto también nos habló de la situación actual de la Iglesia y de los jóvenes y la sociedad que nos toca vivir.

Hablaba de poner la otra mejilla, de actuar y de no levantarse puesto que la Iglesia siempre ha estado perseguida.

Las catequesis y la formación de los jóvenes tiene que cambiar. Debemos introducir las nuevas tecnologías, nuevas melodías para poder evangelizar mejor a la juventud.

En este sentido, Juan Pablo II fue pionero, introduciendo la Jornada Mundial de la Juventud. Debemos aprovechar el regalo del Beato y que sea un instrumento de conversión y evangelización masiva de los hombres y de sus jóvenes.

Monseñor Pablo también denunció falta de unidad dentro de la Iglesia. Debemos ser uno en torno a Cristo, con una sola liturgia, con oraciones comunes (por ejemplo la liturgia de las horas, el Credo, el Gloria, el Padre Nuestro o el Ave María –Rosario-). Puede y debe haber diversidad de Carismas dentro de la Iglesia –pues muestra la intervención del Espíritu Santo en la Iglesia-, pero siempre manteniendo la unidad en los sacramentos, en las oraciones, en la liturgia, en la caridad, en todo uno en Dios nuestro Señor.

Gracias Pablo por tu cariño, por tu cercanía y por tenernos presente siempre en tus oraciones y en las intenciones de tu diócesis.

Que todo sea a mayor gloria de Dios, siempre con y para Dios en la misión.

IGNACIO UGARTE REBOLLO.

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