jueves, 28 de abril de 2011

San Rafael Arnáiz: una juventud de entrega a Dios

 Su sentido del humor en la enfermedad le hizo crecer interiormente

San_Rafael_Arnaiz
En una familia de la alta sociedad y profundamente religiosa nacía en Burgos Rafael Arnaiz Barón, el 9 de abril de 1911 – este año se celebra el centenario de su nacimiento. Mientras estudiaba en un colegio de los jesuitas cayó enfermo de unas fiebres, por lo que tuvo que interrumpir sus estudios. Tras su recuperación su padre agradecido a la Virgen le llevó a Zaragoza y le consagró a la Virgen del Pilar.

Más tarde, se trasladó a Madrid donde se matriculó en la Escuela superior de Arquitectura. A pesar de la intensidad del ritmo de estudio, sacaba tiempo para ir a rezar al oratorio de Caballero de Gracia y para participar en los turnos de oración nocturna.



En la capital española estuvo en contacto con un monasterio cisterciense de la Orden de Trapa, San Isidro de Dueñas (Palencia), lugar que le atrajo notablemente, y en el cual acabó ingresando tras haber recibido la llamada de Dios en 1934. Cayó enfermo de diabetes sacarina, lo que le hizo abandonar tres veces el monasterio, pero en todas las ocasiones volvió porque sabía que Dios le iba a ayudar y no le dejaría solo.

Hasta en los momentos más difíciles y trágicos de su vida consiguió sacar ese sentido del humor que le caracterizaba. Para este santo el amor al Padre lo era todo, y aseguraba que “del amor de Dios sale todo”. Sus últimas palabras antes de morir fueron “tómame a mí y date Tú al mundo”.

Siempre fiel a su vida monástica, la madrugada del 26 de abril de 1934 murió, cuando tan sólo contaba con 27 años. Fue beatificado el 27 de septiembre de 1992, y el 11 de octubre de 2009 el papa Benedicto XVI le canonizó. Su fiesta se celebra el día 26 de abril.

San_Rafael_Arnaiz_2Santidad no es perfeccionismo
Una de las grandes enseñanzas de su vida es que la santidad no debe de confundirse con el perfeccionismo. Éste se caracteriza por centrar todos los esfuerzos en que nuestras obras no tengan error ni fallo alguno. Sin embargo, la santidad no consiste tanto en la perfección material, cuanto en la aceptación, por amor de Dios, de nuestros esfuerzos y de nuestros pequeños ‘logros’, así como de nuestras limitaciones y errores. Rafael soñó al ingresar en la Trapa con llegar a ser un monje perfecto; pero, finalmente, Dios le concedió ser… ¡un monje santo!


Hay un pasaje en sus escritos, muy ilustrador de esta idea:

“Había una vez un ‘tonto de circo’ que cada vez que entraba en la pista se caía..., iba de aquí para allá, arrastrando sus enormes zapatos y con grandes esfuerzos lograba arreglar la esquina de la alfombra. Cuando ya creía que estaba bien, tropezaba en ella..., la volvía a arrugar y se caía y sudaba. (…) Yo conozco a un monje trapense que en la Trapa hace igual que el «tonto del circo», toda su actuación se reduce a un «hacer que hacemos», arrastrando los pies y secándose el sudor.
Este pobre hombre hace reír a los ángeles que contemplan desde el cielo el espectáculo del mundo y, aunque no hace los arriesgados trabajos de los demás artistas, ni da saltos mortales, ni volteretas en el trapecio..., ¿qué más da? ¡Si no sabe más que desarrugar las alfombras y con ello se gana los aplausos de los ángeles!”.

Modelo actual para los jóvenes de hoy
En 1982, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud en Santiago de Compostela, Juan Pablo II le propuso como modelo para la juventud. El día de su canonización, Benedicto XVI dijo: “El Hermano Rafael, aún cercano en el tiempo a nosotros, nos sigue ofreciendo con su ejemplo y sus obras un recorrido atractivo, especialmente para los jóvenes que no se conforman con poco, sino que aspiran a la plena verdad, a la más indecible alegría, que se alcanza por el amor de Dios”.

Más información:
Especial San Rafael Arnaiz en la web de la abadía cisterciense San Isidro de Dueñas: incluye cronología, galería fotográfica, documentación…

Tráiler documental sobre la vida del Hermano Rafael

No hay comentarios: